lunes, 3 de julio de 2017

Farmacia de guardia, periódicos en la madrugada y un hipermercado

La Farmacia March Noguera, en el número 186 de la calle Joan Miró de Palma, ha cambiado de titularidad  en julio de 2017. Su hasta ahora propietario, el ex dirigente socialista balear Joan Mach Noguera (Palma, 1949), figura clave, no sólo para entender la política isleña, sino también las relaciones de ésta con el mundo de la empresa y de los medios de comunicación, ha optado por jubilarse y cerrar una etapa muy movida de la  historia,  repleta de episodios que hoy pueden ser ya vistos con cierta perspectiva.

Sobrino nieto del banquero que financió el vuelo del  Dragon Rapide que llevó a Franco de  Canarias a Marruecos  para encabezar el golpe contra el Gobierno republicano (julio de 1936),  Joan March Noguera es un personaje peculiar, que rompió con la familia, que vivió su etapa universitaria en Pamplona y que llegó al PSOE de la mano del Partido Socialista Popular (PSP) de Enrique Tierno Galván, que le retrata en su libro de memorias Cabos sueltos (Cinco Estrellas, Bruguera, Barcelona, 1981).
 Aunque es sabido que el ‘Viejo profesor’ (VP) se inventó buena parte de su biografía y que Cesar Alonso de los Ríos,  aportó pruebas fehacientes en La verdad sobre Tierno Galván  (Anaya, 1997), Tierno acierta plenamente con la descripción del joven March.  Aludiendo a la oportunidad de seguir adelante con un mitin en la plaza de toros de Vistalegre, el VP escribe lo siguiente: “Uno de nuestros compañeros, de inaudita energía, capacidad de trabajo infatigable y gran agilidad mental detrás de su apariencia tranquila y casi torpe, Juan March, fue quien insistió en hacerlo”.
Esa imagen, próxima al torpe aliño indumentario machadiano, es la que también paseaba en los años ochenta y noventa, cuando estuvo al frente del socialismo balear, se granjeó enemigos (entre otros, el alcalde de Palma Ramon Aguiló) y estuvo en la cocina de historias que todavía  tienen descosidos: el intento de lanzar un periódico de partido, la compra del diario Baleares, la disposición  de la Banca March a forzar la caída de Ramon Aguiló por oponerse a la construcción de un  hipermercado que auspiciaba, o la enorme deuda del partido que, por el episodio de  unas  letras  endosadas  (.................)  casi provocan el embargo de la sede central del PSOE en la calle Feraz de Madrid. Este último asunto  fue el que llevó a la intervención de las cuentas del partido en las Islas por parte de la ejecutiva federal y el que forzó su caída como secretario general en 1994.

Aquellos eran tiempos con menos  urgencias informativas, no existía el periodismo digital, ni los tuits ni nada semejante y March esperaba de madrugada  la salida de los diarios. Compraba todos y se los llevaba bajo el brazo de  camino, o de regreso, de la farmacia. Una farmacia, entonces con una rebotica y unas escaleras que llevaban a un despacho en el piso superior, en la que March hilvanó documentos que hoy suscribiría Podemos,  y que fue cuartel general de una estrategia que marcó el futuro del partido. Allí se hablaba de política, pero no solo. También de cómo abordar la relación con los medios de comunicación y de las relaciones de poder.
Le recuerdo, con pizza y cocacola, la noche que me contó que había que hacer algo con Aguiló que, en su opinión, se negaba 'a ser ayudado'.  En mayo de 1989, Ramón Aguiló, que  aquel mandato se había estrenado como alcalde en minoría,   decidió destituir a dos concejales, Esteban Siquier y Santiago Coll (que habían roto con UM para darle apoyo  y  formaban parte del equipo de gobierno) después de ambos apoyaran  una recalificación para dar salida al Pryca que se quería construir en Son Gotleu. Estaba yo  en El Dia, que entonces llevaba unida a su cabecera el número 16, y esa noche aprendí mucho de las relaciones entre la política, la empresa y los medios. Recuerdo con nitidez  el momento en que me preguntó  hasta qué punto creía que los periódicos de aquí, y concretamente en el que trabajaba,  se iban a hacer eco de una campaña de ‘denuncia’ del PSIB contra la Banca March. Rio ahora  sólo de pensar que el líder socialista (formalmente era vicesecretario general pero mandaba mucho) pudiera pensar que yo, con veintitantos años, tuviera  algo que decir sobre las decisiones que tomaba un periódico.
Pero la campaña que lanzó el PSIB no aludió a  la Banca March, sino a ‘Sa Banca’, así con mayúscula. Cómo me llama la atención esto de las marcas  y que,   todavía hoy y aquí, aún estemos polemizando sobre si hay que seguir llamando Sa Nostra a lo que dentro de nada será Bankia . O  que asumiéramos que el banco del los March tenía que ser ‘Sa Banca’.  Joan March Noguera, con Aguiló pendiente de un hilo, dio el visto bueno a una campaña de pasquines que iban a repartirse  por las calles de la ciudad: ‘El PSOE diu no a un hiper per imposició de Sa Banca’.
En aquella época, Pryca, que acariciaba la idea del hipermercado, estaba participado por la  Corporación Financiera Alba, el holding inversor de la Banca March.  El Diario de Mallorca era entonces propiedad de los March y la Baleares SA que detalló el hoy director de IB3, Andreu Manresa, en pleno apogeo.
Hay un libro que ayuda a reconstruir aquellos años y la crisis  del hipermercado,  el que publicó en 1996 la periodista Gina Garcías partiendo de  largas conversaciones  con el exalcalde de Palma. Se llama ‘Ramon Aguiló, memòria sentimental del canvi’ (Lleonard Muntaner Editor, Palma, 1966).  Recuerda Aguiló cómo, coincidiendo con el nacimiento de su segundo hijo, hubo un cambio en la dirección del Diario de Mallorca  y las tensiones emergieron cuando, en 1985, se puso sobre la mesa el proyecto para construir aquel centro comercial en Son Gotleu cuando El Corte Inglés también asomaba la cabeza. El PSOE gobernaba Palma entonces con mayoría absoluta. El proyecto se retiró el día que tenía que aprobarse. Su siguiente mandato, lo inició en minoría y , a partir de ahí, se inició una guerra de intereses. Consultar los periódicos de la época no es suficiente para hacerse una idea de lo que estaba pasando.  El relato no quedará completo hasta que se fusionen todas las versiones, también la de Aguiló y la de Joan March. Pero, igualmente,  las de otros protagonistas de aquellos tiempos, y que se supone que escribirán algún día  memorias que puedan arrojar luz sobre esas y otras historias.
 Hay nombres relevantes  e historias que, desde la distancia, parecen increíbles, como el intento de montar un periódico (de papel, claro) y que alcanzan a intrigas de novela sueca. Si todo esto fuera una novela, seguramente aparececería en ella   una farmacia de guardia y un farmacéutico que compraba diarios en la madrugada. Pero todo eso, tendrá que quedar para otro día.